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Tete ha sabido captar no sólo la ruralidad de las hablas de estas mujeres, sino el lirismo y la sutileza de sus silencios, transcendiendo el costumbrismo que el texto podría sugerir en una primera lectura. El resultado es una apuesta onírica, pero anclada en el aquí y el ahora del teatro con unas actrices magistrales que hacen de estos personajes mujeres de carne y hueso que se quedan en el corazón del público.
En las dos ocasiones que lo he visto (con llenazo total en ambas) era sobrecogedor ver al público reír y llorar con ellas y salir de allí con una sensación de reconciliación con nosotros/as mismo/as y nuestros fantasmas.
Además, fue muy especial ver la sesión de ayer con toda mi familia y jamás olvidaré el momento de ver a mi madre (en quien se basa uno de los personaje) saludando al final de la obra emocionada. Va por ella, va por todas. Gracias Tete, gracias actrices, gracias Universidad Popular de Jaén, gracias público, gracias Jaén.
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