
Es un honor estar aquí y que Gerardo me haya pedido que lo acompañe.
Me he sentido tentada a no leer, para ser espontánea y dejar que las palabras fluyeran, que salieran las que quisieran salir pero, por una vez, no quiero dejarme nada en el tintero. Por tanto, a pesar de que no es mi costumbre, y quien me conoce lo sabe, hoy voy a leer.
En la entrevista de esta mañana en La Ser hablaba Gerardo del concepto de geografía misteriosa para describir Candiles y ese concepto, creo, me da la clave para lo que quiero decir. Me pregunto: ¿Qué misteriosas geografías, mapas de afectos construímos a lo largo de nuestras vidas con las personas que nos rodean, con aquellas personas a las que escogemos o que nos escogen o ambas cosas al mismo tiempo?
Gerardo y yo nos elegimos érase una vez y el misterio de nuestro territorio compartido se ha ido tejiendo hilito a hilito. Sus vericuetos se han ido trazando y siguen trazándose en este mismo instante. Como esas hijas que ante la muerte inminente de su madre recuerdan el pasado como si de un sueño se tratase. Ante mí se presenta ese pasado onírico en el que no se sabe si lo de dentro de la bola de nieve es más cierto que lo de fuera. Recordar es ser adoptada por el sueño en el que la vida es lo que recordamos y cómo la recordamos para contarla, como diría Gabriel García Márquez, un escritor que está tan presente en esta obra como Federico García Lorca o Katherine Mansfield.
Me dejo, por tanto, llevar por los recuerdos para acercarme al qué estoy haciendo aquí ahora: y vislumbro los hitos de la tierra imaginaria del pasado.
Gerardo, alumno brillante, siempre la intervención precisa, el análisis del texto más acertado (o quizás el más parecido al mío propio en realidad)…. Gerardo, ayudante generoso, ayudándome con la memoria de titularidad y soportando que Angie lo acusase de intruso en el Puntal….. Gerardo, visitante nocturno, viniendo a casa por las noches, llegando hasta Salobreña, para que pudiese supervisar su tesis en uno de los momentos más ocupados y estresados de mi vida, cuando me tocó hacerme cargo de las Relaciones Internacionales de la UGR…. Gerardo, defensor de su magnífica tesis doctoral en un acto en el que tu padre nos dio una lección de vida y nos hizo llorar de emoción cuando tomó la palabra…. Gerardo, amigo y compañero constante, desde que le tocó sustituirme en sus primeras clases hasta ahora…. Gerardo, compañero bombero, apaga fuegos diarios en nuestras fatigas conjuntas coordinando el GEMMA.
Gerardo forma parte de mi vida. No sé qué otro mapa se desplegaría ante mí si él no estuviera, pero el que veo, cuando echo la vista atrás, está marcado por todos esos hitos “gerardiles”.
Por todo esto y por mucho más, que no puedo resumir aquí y ahora, es por lo que cuando me dijo que estaba escribiendo relatos y me pidió que los leyese y le aconsejase me encantó. Disfruté mucho opinando sobre lo que váis a leer vosotras cuando salgáis de aquí, debatiendo con él sobre cómo yo me acercaba a cada uno de los relatos, hablando de efectos, de suspense, de lenguaje. Me sorprendió su capacidad para captar y reflejar ese lenguaje tan auténtico y tan remoto en mi memoria. Yo lo recordaba en mis abuelos, que eran de la zona del Fargue, al laíco de Jun.
Un Gerardo nuevo salía a mi encuentro con cada relato. Era un Gerardo escritor desconocido en todos esos hitos que habían marcado nuestra relación, en todos esos Gerardos que yo creía conocer. Salía de entre la polifonía de sus personajes, se iba construyendo poco a poco en cada uno de los 12 cuentos para finalmente manifestarse en el puzle asamblado que es Candiles.
El Candiles de Gerardo es como el Dublín de Joyce y sus cuentos funcionan como los de Dublineses: juntos y por separado. Hijas de un sueño es también como una especie de calendario de adviento en el que vamos abriendo ventanitas poco a poco y cada una nos desvela una faceta diferente de las raíces de Gerardo: Jun-Beas-historias familiares-Lorca-Mansfield…. esa Miss Brill- Rosita de “Retales” y esas tres hermanas de entre cuyos recuerdos salen las historias más desgarradoras, como quien no quiere la cosa, con una naturalidad apabullante. Estos son mis dos relatos favoritos, pero estoy segura de que cada una y uno de vosotres se sentirá identificada, movida, tocada por el suyo propio… porque lo que cuenta Gerardo conseguirá tocaros en zonas que quizás, como yo, habíais olvidado existían.
Solo quiero terminar dándote las gracias por invitarme a leerte, por considerar mi opinión importante desde que entraste en mi vida por primera vez hasta ahora mismo, por traerme hoy aquí junto con Ángeles y Mariana. Yo te he redescubierto por tu obra y tambiém me he redescubierto a mí misma en su lectura. Quiero que este nuevo Gerardo, el escritor sensible, el poeta de las geografías misteriosas, siga formando parte de mi mapa vital. Tú me dijiste no hace mucho “sigue bailando” y yo te digo: “sigue escribiendo porque te necesitamos también aquí”.
