‘Virginia’, ‘Laura’ y ‘Clarissa’

Estos tres poemas inéditos se incluyen en la antología de poesía Versos para bailar o no (Córdoba: Almuzara, 2019. ISBN: 978-84-17797-53-9), que se presentó en el marco de las VI Jornadas Carboneras Literaria el 27 de abril de 2019. El volumen incluye poesía de figuras como Ángeles Mora, Trinidad Gan, Teresa Gómez o Mónica Doña. Mis poemas aparecen en las páginas 272-275 y en ellos dialogo con la novela de Cunningham y la película de Daldry Las Horas, dando voz a las tres protagonistas: Virginia (Woolf), Laura y Clarissa.



Aquí se pueden escuchar los tres audios de estos poemas, leídos por mí con la base de la banda sonora de la película.
El 5 de mayo de 2020 leí el poema ‘Clarissa’ en las noticias de TG7, invitado para charlar de mi experiencia de confinamiento (minutos 49:26-51:15). Puedes verlo en mi canal o en el canal de TG7.
El 9 de mayo de 2020 leí también el poema ‘Clarissa’ para el programa ‘Poemas en tiempos de cuarentena’ del Ayuntamiento de Albolote, con traducción a lengua de signos. Aquí puedes verlo.
‘Virginia’
Todos los relojes de la casa
a punto de dar la hora.
MICHAEL CUNNINGHAM
Las horas
Oigo violines
cuando hundo los zapatos en el fango
y me adentro en el agua
con piedras en mi abrigo.
Siento la tinta
en mis dedos manchados
que aún tiemblan tras la carta
con letras de humo.
Huelo tu aroma
impregnado en mi anillo,
ya casi un olor verde
bajo las algas.
Bebo tus besos
justo antes de tragarme el agua turbia,
antes de olvidar
aquel papel sobre mi boca.
Veo tus años,
las olas en mis ojos,
las horas que vivimos
y siempre viviremos entre actos.
El río no entiende de treguas
ni de caricias.
Al son de los violines
me abrazo a la muerte
y bailamos.
‘Laura’
En la habitación hay ese silencio especial
que reina en los hoteles,
un silencio calculado.
MICHAEL CUNNINGHAM
Las horas
Silencio,
quiero dormir,
quiero perderme en esta habitación
desconocida
sin tartas ni mandiles.
Silencio,
quiero leer,
quiero ser la heroína de mi fiesta
y de la tuya,
bailar con mi creadora.
Silencio,
quiero olvidar,
quiero dejar de ver los ojos cándidos
y desmedidos
que presagian la muerte.
Silencio,
quiero soñar,
quiero escuchar las olas que me anegan
en esta estancia,
fundirme con las notas del piano
que me arrulla,
que acalla los gritos
del niño tras el coche.
Silencio.
‘Clarissa’
como si el árbol, sacudido por el viento,
hubiese producido la música.
MICHAEL CUNNINGHAM
Las horas
Mi nombre es Clarissa,
soy la anfitriona de este siglo oscuro
por el que estoy de paso
movida por tus hilos.
En mis fiestas no faltan las hortensias
ni los bailes,
tal vez para ahogar el silencio
en cócteles y risas,
tal vez para tallar mi pequeñez
en el recuerdo.
Mi nombre es Clarissa,
soy la anfitriona de este siglo oscuro,
pero hoy no habrá fiesta,
hoy cesan los violines
y veo la muerte en tus ojos
cuando el viento sacude
tu carne mustia,
que suena a sinfonía.
Hoy me agarro a tu bata,
una parte de mí cae contigo
y somos libres
en este grand jeté
improvisado.